En la mitología griega, el rey de Chipre (Pigmalión) se dio cuenta de que no existía mujer alguna que le gustase. Esto lo llevó a esculpir a una mujer que idealizó como perfección: Galatea (Γαλάτεια Galateia, ‘blanca como leche’) y de la que poco a poco se enamoró.
Sí. Se enamoró de la estatua que él mismo talló. La diosa Afrodita, conmovida por el tierno amor del rey, le concedió la vida a Galatea en el instante mismo en que Pigmalión besó sus labios de mármol.
En la imagen, el cuadro que pintó Jean-Léon Gérôme en 1890.
Gala es también la musa de Salvador Dalí.
Excelente aportación de un hecho que para el público en general parezca quizas algo desapercibido de la cultura general, no obstante es una bella expresión de las emociones y aspiraciones humanas en el curso del tiempo.
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