martes, 31 de mayo de 2016

El manual de los inquisidores: Malleus Maleficarum


En 1484 el Papa Inocencio VIII emitió una bula donde llamaba a intensificar la cacería de brujas, esa plaga que se había extendido a finales del Medioevo. La bruja, la criminal original por excelencia. Como apunta Robert Muchembled, la brujería originalmente se consideraba masculina. No fue sino hasta el declive de la Edad Media que, tras un poema de Martin Le Franc titulado Champion des Dames, se configuró el estereotipo de la mujer y la escoba, sedienta de contacto carnal y prácticas sexuales que no tenían como fin último la procreación. Destaca la febril imaginación de los inquisidores para narrar y sospechar de prácticas que –en teoría y en calidad de frailes castos- no deberían conocer.  

Dos frailes dominicos se dieron a la tarea de hacer un tratado con las 78 preguntas más comunes que tendrían los inquisidores sobre la brujería, se trataba de H. Institoris y J. Sprenger (ambos alemanes) que en 1487 publicaron Malleus Maleficarum (conocido en castellano como El Martillo de las Brujas) y cuya obra rápidamente se convirtió en un libro de alta circulación. En menos de 30 años se estima un total de 20.000 ejemplares distribuidos entre las élites eclesiásticas de los territorios de habla germana. 

En Malleus Malefiracum se hace un estudio sobre los rituales ejecutados por los brujos y las brujas para pactar su alianza con el demonio; se señala cómo identificar la marca del mal en los cuerpos de dichos personajes y se convida a sentenciarles sin piedad. Este libro fue el manual de los inquisidores al momento de procesar a los acusados de brujería.

Al final, es una obra que reproduce alabanzas a Satanás (en su afán de advertir a los inquisidores de qué era lo que recitaban las brujas y los brujos) y que contiene prácticas coitales narradas que harían palidecer al mismísimo Marqués de Sade.

Si te interesa leer Malleus Maleficarum, acá lo puedes encontrar online>  http://www.mkmouse.com.br/livros/malleusmaleficarum-espanol-partei.pdf



lunes, 30 de mayo de 2016

Un ejército de emergencia para Berlín: el Volkssturm


Al inicio del Tercer Reich los criterios de reclutamiento para los distintos cuerpos militares de Alemania eran extremadamente elitistas: hombres sanos de entre 18 y 50 años eran requeridos para el Wehrmacht (Ejército), Luftwaffe (Fuerza Aérea), Kriegsmarine (Armada) y para las Waffen SS (aunque para ésta última organización los criterios de edad se sumaban a los de apariencia y salud).
 Sin embargo, al fragor de la guerra y tras los desastres de Stalingrado y Kursk los efectivos de todos los cuerpos armados se vieron sumamente mermados y Joseph Goebbels tuvo que echar mano de un último recurso; todos esos varones alemanes que habían sido inicialmente rechazados de sus cuerpos militares.
Así, en septiembre de 1944 (poco antes de la Batalla de las Ardenas y tras el desembarco de Normandía) nació el Volkssturm (fuerzas del pueblo, sería aproximadamente su traducción) que incluía a todos los hombres alemanes menores de 18 años y mayores de 50 años que quisieran defender Alemania del Ejército Rojo.
Al inicio pertenecieron al Ejército, pero poco tiempo después pasaron a las instrucciones de las Waffen SS aunque tuvieron muchos problemas por cuestiones de organización. Al final de la guerra, durante los últimos días del Tercer Reich, el Volkssturm entorpecía más la defensa a las SS que ofrecer valioso apoyo.
¿Recuerdas esa parte de la película La ladrona de libros (2013) cuando al padrastro de Liesel se lo llevan al frente y los de las SS se burlan de él por "anciano" en un camión, para después ser bombardeados? Pues así la pasaban de mal los hombres del Volkssturm. 
Pero no solo los hombres mayores lo pasaron mal, también los niños del Volkssturm al final quisieron imitar a sus hermanos mayores de las SS e incluso emboscar a los rusos en plan francotiradores.
Mal armados, sin uniformes y sin preparación militar, el Volkssturm se convirtió en presa fácil de los francotiradores soviéticos. En el mejor de los casos entraron en cautiverio norteamericano; pero por lo general fueron ejecutados al clasificárseles como guerrilleros y no como militares.
Lo que queda claro es que a Hitler y a Goebbels poco o nada les interesaba la vida de los berlineses, la creación del Volkssturm solo pone en evidencia el afán por mantener el poder sin preocuparse por las consecuencias.